miércoles, 19 de diciembre de 2012

¡Ay, paloma de mi corazón!

Hola de nuevo:

No, hoy no vengo a contaros algo sobre mi día a día como traductora. De hecho, esta entrada, a diferencia de las otras, no es fruto de la planificación; la entrada de hoy surge de la espontaneidad.

Hoy no ha sido uno de los días más brillantes que he tenido; no todos pueden serlo, sería aburrido. Sin embargo, antes de irse ha querido hacer las paces conmigo.
No sé si a alguno de vosotros os pasa lo mismo. A veces, muy de vez en cuando, con menos frecuencia de la que desearía, me gusta pararme frente a mis estanterías y ojear libros. Sobre todo, libros que tienen varios años.
Afortunadamente, tenemos una biblioteca muy rica. No sé si será porque cuando iba al cole y al instituto nos "obligaban" a leer (¡y lo hacíamos!), o  porque en casa nos lo inculcaron, o tal vez porque lo he heredado o si más bien será un poco de todo, pero de pequeña leía; mucho.

Leía y respetaba mucho a los libros, los ciudaba. Y ahora, me encanta contemplar todos esos libros infantiles de tan diversa naturaleza. Ahora comprendo que las peleas con mi madre por hacer cajas y cajas de libros merecieron la pena.
Cada libro me transporta a un momento de mi vida, me trae sus imágenes, sus olores, sus sensaciones. E incluso vuelvo a sentir la edad que tenía entonces. Puede parecer cursi (a veces puedo llegar a serlo, ¡y sin esfuerzo!), pero es un momento extraordinario, mágico. Es ahondar un poco en mí, y sacar, recuperar, volver a encontrarme con la niña que un día fui; con el niño que todos llevamos dentro y que creo no debiéramos abandonar jamás.

Si me preguntárais cuál es mi libro prefierido, o cuál lo era cuando era niña, no podría contestaros. Sí es cierto que quizás algunos hayan sido más especiales, o que hay alguno que recuerdo con más cariño, pero todos forman parte de mi, de mi vida, he crecido con ellos y, de alguna manera, me han ido dando forma.
Hoy he recuperado un libro de poemas de Juan Ramón Jiménez que mi padre me regaló cuando tenía siete años. Recuerdo que lo leía y lo releía. Me encantaba y en parte creo que es por las ilustraciones en blanco y negro que contiene (puse mi granito de arena coloreando algunas).
Este libro contenía algunas hojas en blanco para que el niño o la niña en cuestión escribiese sus propios poemas. Y sí, yo leía y también escribía. No he podido sino llorar de risa, pero ¡oye!, ¡no había faltas de ortografía! (sí, que era lo "normal" en aquella época, pero casi lloro de emoción). También es cierto que las poesías las escribí cuando tenía nueve años, ya no era "propio" tener demasiadas faltas.

Aquí os dejo la foto del libro y de una de mis poesías (falta una coma tras el "¡Ay!" en la última línea pero ¡caramba!, ¡di con el correcto!)

Pequeños poetas

 Perdonad la mala calidad de la foto. Para aquellos interesados en interpretar la poesía, la "traduzco" a continuación:

Paloma de mi corazón,
vuela hacia el Sol,
vuela alto, muy alto
y suelta tu alegre encanto.

Hacia el horizonte ve volando,
Paloma de mi corazón
¡ya no vuelvas a esta Nación!

Tus ojos son dos luceros
que me miran atentos
desde el cielo.
¡Ay paloma de mi corazón!

Todo esto, además de haberme traído recuerdos y sensaciones entrañables, me hace plantearme una serie de cuestiones. Por ejemplo, si "quizás" teníamos menos faltas de ortografía porque leíamos mucho (o al menos más de lo que los "peques" leen ahora), o si antes éramos más creativos debido a la lectura y si extendíamos esta creatividad a otras áreas (dibujo, pintura, baile, escritura, invención de juegos). Y también si esa práctica lectora y su consecuente creatividad influyeron en la elección de mis prácticas profesionales pasadas y actuales. O si estamos perdiendo creatividad, talento, por no explotar la creatividad de nuestros hijos (en mi caso, sobrinos). Y si esa creatividad viene de o está ligada a los libros, esos maravillosos compañeros de aventuras; de la vida.

A veces, como comenté en una de mis primeras entradas, me dejo arrastrar por la vida; es muy fácil que la vida te arrastre. Y dejo atrás varias cosas. Pero entonces me paro y voy hacia una de esas estanterías y cojo un libro. Y recupero una parte de la niña que un día fui.

Y vosotros, ¿tenéis algún libro infantil o juvenil que fuera especial, o al que tengáis especial cariño?
Os invito a compartirlo y quién sabe, quizás podríamos crear una biblioteca con los títulos (y las fotos) de aquellos libros que influyeron, de una  manera u otra en la "creación" del traductor o lingüista que hoy somos.

4 comentarios:

  1. ¡Qué entrada tan emotiva!
    Así escritos recuerdo haber releído mi diario (que empecé con 6 años). Las primeras palabras que escribí fueron: mamá es el sol, papá es la luna y ellos dicen que yo soy el universo.
    <3 Ohhhhh jejeje

    En cuanto a libros, recuerdo uno que era "interactivo" en el que tirando de una pestañita, el personaje se cubría de nieve! Qué recuerdos, ahoraaa!!

    Saludos desde Salamanca :-)
    ¡Feliz Navidad!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Qué mona! Me encantan tus primeras palabras en el diario. El mio lo empecé con 8, cuando mi hermano me regaló mi primer diario, y me encanta ver la evolución de la letra, ja, ja.

      También tenía de esa clase de libros interactivos, ¡qué recuerdos! Algunos se los he dado a mis sobrinos pero la gran mayoría los guardo porque me encanta y por si algún día soy yo la madre.

      Gracias por tu comentario y ¡feliz Navidad a ti también!

      Inés

      Eliminar
  2. ¡Me ha gustado el poema, oye!
    Como ha dicho Merche, es una entrada muy emotiva...

    Yo ahora no puedo hacer fotos ni consultar mis primeros pinitos literarios (cosas de estar un poco lejos de casa), pero recuerdo cuál fue el primer libro que me regalaron (Cuando Tina berrea, de la serie blanca de El barco de vapor, nunca me gustó, jaja) y, sobre todo, cuál fue el primero que me gustó tanto que lo releí en muchas ocasiones: Gran Lobo Salvaje, de la serie azul de El barco de vapor.

    Me han entrado ganas de volver a ser niña y sentarme a leer con la ilusión y la inocencia de aquellos días.

    ¡Gracias por compartir la experiencia!

    ¡Un abrazo y feliz Navidad! :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Sandra.

      Me ha hecho gracia que no te gustara el primer libro que te regalaron; a mi también hubo alguno que me hizo menos gracia, ja, ja.

      La verdad es que como dije, no podría elegir uno porque he leído tantos y tan diferentes... otro que recuerdo con mucho cariño es el de Cuentos completos de Beatrix Potter. Me lo regaló mi padre por mi noveno cumpleaños (todo esto lo sé porque mis padres y mi hermano siempre me dedicaban los libros que me regalaban y les ponían la fecha).

      En fin, creo que la literatura infantil y juvenil es de las más entrañables.

      Gracias por tu comentario y ¡a disfrutar de la Navidad!

      Inés

      Eliminar